Una atmósfera explosiva es una mezcla con el aire, en condiciones atmosféricas normales, de sustancias inflamables en forma de gases, vapores, nieblas o polvos, en la que, tras una ignición, la combustión se propaga a la totalidad de la mezcla no quemada.
Pero para que exista una atmósfera explosiva debemos partir de una atmósfera potencialmente explosiva. ¿Y qué es primero? Y ya estamos de nuevo con el cuento del huevo y la gallina. Para estas cosas yo siempre he apostado por la gallina. Y es que de pequeño, fui testigo de la evidencia de mi hermana que por aquel entonces era estudiante veterinaria, y trajo una gallina blanca a casa. A partir de entonces vinieros los huevos blancos, mientras que los comprados eran grises, con lo que la dedución de un niño de 8 años, que los tuve, es inquebrantable.
Conclusión: que sin atmósfera potencialmente explosiva, no puede haber huevos blancos.
Antes de empezar a trabajar sobre ello, primero deberemos identificar la sustancia o sustancias que pueden generar una atmósfera potencialmente explosiva. Fijese, querido lector, que la atmósfera sigue siendo potencialmente explosiva, sin que se pueda definir como explosiva hasta un instante determinado en el que se dan unas características particulares. Esta entrada tiene ese objeto, el de discriminar cuando estaremos ante una atmósfera explosiva y cuando no. Esto está muy relacionado con la mecánica de la explosión, como no puede ser de otro modo.
Efectivamente, los liquidos, incluso los inflamables, en su estado natural no es posible que provoquen una explosión, sino que son los vapores que emanan del liquido los que pueden llegar a generar la atmósfera explosiva, (o si el líquido se pulveriza en forma de nube). Es decir que una cerilla, incluso encendida, en inmersión en un tanque de gasolina se apagará, precisamente porque no se cumple el triángulo del fuego. Y no quisiera ser un abuelo cebolleta con treintaypocos, pero esto me recuerda a los chorizos que se hacían en mi casa, que una vez curados, se metían en frascos de cristal para su conservación. Y como se trata de conservarlos, es vital realizar el vacío (así le llamabamos, aunque tan solo sean una ligera depresión, y una atmósfera inerte), para lo que se metía una cerilla encencida, y se tapaba. Mi labor, en esa etapa desde los 8 hasta los 12 años, era comprobar que la llama se consumía por sí sóla, habiéndo conseguido agotar el oxigeno. Si es que la calidad no se ha inventado con la ISO 9001, sino que en mi casa con en otras muchas, se hacía de forma muy rigurosa para los chorizos, y es que no hay cosa más seria que el comer.
Después del aperitivo, seguimos...
En el caso de los gases y liquidos, por ejemplo, el parámetro que dicta sentencia es la concentración con el aire. En realidad, proviene de la mecánica propia del fuego y de la caracterización de las sustancias.
Cada sustancia dispone de dos límites.
- LIE Límite Inferior de Explosividad
- LSE Límite Superior de Explosividad
Entre estos dos límites de concentración se abre una ventana en la que es posible que se ignicie la mezcla y la reacción en cadena haga el resto.
Bajo el mismo cielo, si estamos fuera de la ventana de explosividad o rango de explosividad, no será posible la explosión de la atmósfera.
Entonces, ¿cuándo es una atmósfera explosiva? Cuando la concentración está dentro del rango de explosividad en mezcla con el aire.
¿Cuándo es una atmósfera potencialmente explosiva? Cuando exista la probabilidad de que pueda variar la concentración de la mezcla y convertirse en una atmósfera explosiva. --Siento que, llegado a este punto sea necesario retomar términos estadísticos y la termodinámica de meclas de sustancias, pero siempre que haya una mezcla de sustancia inflamable, estaremos ante una probabilidad no nula de llegar a una atmósfera explosiva, ¿o no?--
Una vez que hemos avanzado hasta aquí me surgen dos preguntas:
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